La ruta que os presento hoy, mas que una ruta, se trata de un paseo, un paseo por un curioso paraje , la Sierra del Arco, con unas vistas nada despreciables en su punto mas alto, la Silleta.
Esta vez se animó a acompañarme mi amigo Jesús, no comento el apodo que le tenemos puesto, porque sería hablar mucho de él, pero en fin, una buena persona entre otras cosas. Se presenta con pintas de salir a tomar unas cañas si no fuera por las botas, con una bolsita de plástico de supermercado donde llevaba el desayuno que aun no había tomado. Buenas intenciones….
Comenzamos la ruta desde la Villa del Arquillo, una pequeña población semi-abandonada, próxima y dependiente de Cañaveral, en la que según comentaron sólo viven un par de familias. Dejamos el coche en un descampado a la entrada del pueblo, desde allí seguimos la carretera hasta introducirnos en la Villa donde lo primero que encontramos es una plazoleta con una casa rural y otra vivienda de nueva construcción. Aunque nuestra intención es subir al punto geodésico “la Silleta” por un cortafuegos y posteriormente una vereda que aparece en las fotos del Sigpac, decidimos pasando por un olmo centenario ya muerto, subir a ver la iglesia, y tras una corta visita emprendemos nuestra subida en línea recta y campo a través , superando como podemos terrazas de reforestación y abundante jaras y pinos caídos.
Iniciamos el descenso encaminándonos hacia el castillo de Portaje por uno de los cortafuegos que recorren la cuerda de esta sierra, comienzan los descensos y pequeñas subidas, en algún momento saltamos algunas alambradas que limitan el recorrido de estas zanjas de protección contra incendios.
Cuando hemos superado aproximadamente la mitad del camino hasta la fortificación, encontramos un obstáculo que dará al traste con nuestros plantes, se trata de una hondonada por la que discurre un arroyo que desemboca en una charca en su parte mas baja, y que nos impide seguir como habíamos proyectado nuestro paseo. Replanteándonos la marcha decidimos no subir el cortafuegos que nos llevaría al punto deseado por falta de tiempo y optamos por iniciar la vuelta por terreno fácil y sin cuestas por el que debió ser en su tiempo, el tradicional camino de Portaje a Cañaveral.
En estos aproximadamente cinco kilómetros de vuelta, caminamos por mas zona de repoblación y dehesa de encinas y alcornoques, en la que los cerdos y cabras disfrutan del poco alimento que queda a estas alturas de año y escasez de agua. Nos acercamos a dos caseríos, en el primero de ellos nos reciben unos perros que ante el poco amigable saludo nos hacen modificar nuestro recorrido, incluso uno de ellos decide acercarse a nosotros para conocer en la distancia la marca de mi bastón, la cual le muestro muy amablemente y finalmente transitando por un pequeño callejón llegamos al punto de partida con la idea de volver con mas tiempo para poder cumplir nuestros planes…